martes, 29 de junio de 2010

Villa continúa su explosión para suerte de una España volcánica ante Portugal

Villa festeja el gol de la clasificación para cuartos -EFE.


La plenitud de un goleador, como su propia denominación indica, es golear. Hace cuanto sea para conseguirlo sabiendo que es lo que se le exige en cuanto estampa su firma en un contrato y sonríe con su nueva camiseta. Una instantánea que, salvo casos esporádicos, funcionaría para anunciar pasta dentífrica. A David Villa (Tuila, Langreo, Asturias, 1981) no le preocupa las expectativas que genera y los días antes de un partido duerme tranquilo al menos ocho horas. Sólo le inquieta, según reocnoce, poder caer en fuera de juego. Del resto se encargan sus botas y su cabeza, que constantemente recrea jugadas en las que acaba marcando. Aunque resulta poco probable que se imaginase a Iniesta habilitando a Xavi, que éste se la dejase de tacón sin mirar y que él, El Guaje para todos, recogiese su propio rechace para anotar el único y decisivo gol de España para doblegar por 1-0 a Portugal, fuera del torneo habiendo encajado dicho tanto y con Cristiano Ronaldo esquivo ante la portería y empequeñecido como no se le recordaba en tiempo. Resultó un ejercicio preciso y precioso por momentos, pura explosión, de la selección española, especialmente tras la entrada de Fernando Llorente por el otro Fernando, Torres, al que convendría reservar a la espera de que recupere físico, fondo y rebaje su ansiedad. Puede que el momento del Niño llegue en la siguiente cita, en cuartos de final, tradicional tope de la selección, ante Paraguay (sábado 3 de julio, 20.30 horas), vencedor en los penaltis de Japón, uno de los combinados emergentes.

España se enfrentará a su ronda maldita, los cuartos, una barrera que no ha superado nunca en un Mundial, pues hace 60 años obtuvo su valioso cuarto puesto en Brasil –en un torneo eternamente recordado por El Maracanazo– siendo primera del segundo de los cuatro grupos y último en la ronda final, donde quedó última con un punto, el único punto que cedió el campeón, Uruguay. De ese Mundial sin eliminatorias se recuerda el gol de Zarra ante Inglaterra, una suerte de delantero para España, a la que nunca le han sobrado los delanteros versátiles. Puede que Villa, salvando las distancias y superado el postraulismo, sea el ariete más inquietante, completo y solidario de cuantos ha disfrutado la Roja a lo largo de su historia. De momento, el recorrido de España en este Mundial pasa por Villa, escorado en la banda izquierda. Vital ante Honduras y decisivo ante Chile, el nuevo delantero del Barça sólo ha fallado ante Suiza y no se permitió otro desliz ante Portugal, ante la que, tierno gesto del destino, marcó en el minuto 62 de su partido 62. Derrapando en el césped celebró su cuarto gol en el torneo, cifra que le equipara a los dos delanteros más certeros hasta ahora, el Pipita Higuaín (Argentina) y Robert Vittek (Eslovaquia).

La confianza


“Hemos dado un paso muy grande ante un rival muy importante. Confiamos mucho en nosotros, sabemos el potencial que tenemos y lo que podemos dar, pese a los contratiempos”,
describió Villa ante el micrófono de Sara Carbonero. El Guaje valora al elenco de pasadores que le ayudan a la selección, pero es de los que disfruta sacándose las castañas del fuego él mismo.

Desconectado y lejos de su mejor nivel, Torres ahora mismo parece más titular por lo servido que por lo que puede ofrecer. Nadie duda que sea uno de los mejores delanteros del mundo, pero tampoco hay que obviar que ha pasado una temporada llena de contratiempos y que fue convocado cuando aún no estaba recuperado de la lesión. Ansioso y precipitado, Torres siempre fue más rápido o más lento que el balón y tuvo la puntería desajustada. El Niño no ofrecía su repertorio de recortes, desmarques y electricidad en general. Y del Bosque entendió que tenía que ser el primer cambio. El técnico apostó por Llorente, que ya calentó durante los últimos minutos del primer tiempo, aunque no saliese hasta el 58. El delantero se concienció que iba a debutar en Sudáfrica y surgió como un volcán en un partido que había sido respetuoso entre los dos equipos a excepción del inicio fulgurante de España con Villa lanzando al palo y el susto de Casillas por no poder atajar el Jabulani tras un disparo correcto de Cristiano Ronaldo, un líder natural desnaturalizado y de nuevo prescindible para su selección, con la que no acaba de demostrar el óptimo nivel ofrecido en Manchester y Madrid y que empezó a ofrecer en Lisboa, ciudad en la muchos recuerdan con poco afecto al portero Eduardo, héroe del Vitoria de Setúbal tras parar tres penaltis ante el Sporting. En 19 goles con la selección sólo ha encajado cuatro goles. El último le devolvió a casa.

No tardó ni dos minutos Llorente en dar la razón a del Bosque y punto estaría de marcar lanzándose en plancha para rematar un centro de Sergio Ramos, hiperactivo y mejorado en el tramo final, siempre por delante de su compañero Cristiano Ronaldo, molesto con Queiroz por meterle de falso delantero tras cambiar a Almeida –dio otro susto a Casillas en otra acción irregular del balón que demuestra que el esférico fomenta los vídeos de pifias de los porteros, y las que faltan por ver– por Danny, presentado internacionalmente en el Zenit campeón de la UEFA y que no acaba de despuntar. CR7 en Portugal CR9 en Madrid– tampoco encajó volver a la banda tras la entrada de Liedson por Simao. Al icono de Portugal –y primer, segundo y tercer mejor del mundo según él mismo– no le gusta que le discutan su jerarquía ni su función.

A última hora Portugal intentó solucionar lo que no había hecho hasta entonces, pero no encontraría ni una ocasión respetable. Las tres que tuvo fueron cosa de su rival, de Casillas y el balón y de un despeje de Puyol con la rodilla que casi entrada. Pocos argumentos para una selección históricamente atacante que en Sudáfrica vino a vencer desde y por la defensa. Se encontró con una España paciente, seria empezando por Puyol y Piqué y acabando por Villa, sustituido por Pedro un minuto antes de que Ricardo Costa fuese expulsado. El Guaje explotó para suerte de España, que prosigue su sueño. De momento, el reto es pasar de cuartos por primera vez.

domingo, 27 de junio de 2010

Vettel se entroniza en Valencia en una carrera que Alonso califica de “manipulada”

Vettel levanta los trofeos como ganador en Valencia -EFE.


En circunstancias normales, sin esos problemas de fiabilidad del Red Bull que le han recortado un sinfín de puntos y sin la absurda lucha de egos en Turquía, Sebastian Vettel, vencedor en Valencia, sería el líder cómodo de un Mundial. En circunstancias normales, sin la aparición del coche de seguridad, Fernando Alonso hubiese sido segundo y “no noveno” (al final acabó octavo por las sanciones a otros pilotos). O eso al menos aseguró el bicampeón en su declaración más inofensiva y menos reivindicativa después de un GP de Europa polémico marcado por el espectacular accidente entre Heikki Kovalainen y Mark Webber. El australiano acabó impulsado en el aire y con el morro destrozado tras impactar con el Lotus, el asfalto y las protecciones. Un gran susto que dejó la imagen de la jornada –Webber está bien– y cambió el curso de la carrera, previsiblemente plana por la dificultad de realizar adelantamientos en el GP de Europa, con la salida del coche de seguridad. Nueve pilotos fueron sancionados con una penalización de cinco segundos por haber rodado por debajo del tiempo mínimo establecido con el coche de seguridad en la pista. Y a un décimo, Timo Glock, con veinte por haber ignorado las banderas azules que le indicaban que un coche le iba a adelantar.

Encendido, Alonso no tuvo reparos en utilizar su comparecencia ante los medios para denunciar lo que considera una práctica habitual: “Por desgracia todo va en contra de nosotros. Parece que permiten todo y es una pena, no por nosotros, sino por todo el público que ha venido aquí”. El piloto de Ferrari, que sí respetó las normas sobre el coche de seguridad y pasó de “rodar tercero a décimo por hacerlo”, calificó la carrera de “manipulada” y centró sus quejas hacia el líder y antiguo compañero de taller y de rencillas y ahora líder del Mundial: Lewis Hamilton, que adelantó “con banderas amarillas” al coche de seguridad para entrar en boxes antes y cambiar el alerón trasero, dañado por un choque con Vettel en la primera vuelta. Una acción por la que el británico fue sancionado con un drive through, castigo que no le impidió conservar su segunda posición.

Hamilton se justificó sin perder la compostura: “Cuando estaba en la curva uno vi la línea del coche de seguridad y éste a mi lado, y pensé que lo había pasado antes, así que continué y eso es lo que ha pasado”. Menos dudas plantea el hecho de que McLaren continúa siendo el equipo más sólido en las últimas citas, pues al segundo puesto de Hamilton cabe sumar el tercero de Jenson Button en el GP de Europa. El actual campeón fue uno de los castigados junto con Rubens Barrichello, Nico Hulkenberg, Robert Kubica, el ruso Vitaly Petrov, Sutil, Vitantonio Liuzzi, Buemi y De la Rosa, provisionalmente décimo y que dijo “importarme un bledo” la decisión final de la FIA y que pasó de ser décimo y sumar un punto a quedar 12º. Su plaza fue ocupada por Nico Rosberg, mientras que Michael Schumacher mejoró del 16º al 15º. Un triste consuelo.

Las mejoras de Ferrari

Ferrari anunció que valora llevar lo ocurrido ante la FIA “para que no vuelva a suceder”, en palabras del director deportivo, Stefano Domenicali. En la escudería de Maranello se quedaron con el mal gusto de quien se queda a medias de algo. El octavo puesto de Alonso y el 11º de Felipe Massa (14º antes de la sanción) suponen un botín insignificante, minúsculo para cuantas mejoras se han hecho en el monoplaza. Ferrari había dado un salto de calidad innegable modificando, básicamente, dos elementos: los canalizadores del aire del alerón delantero y la ubicación de los escapes, con salida en el difusor ahora. Cambios que habían ayudado a que Alonso fuese el más rápido en los entrenamientos del viernes y que el español y su compañero Massa ocupasen la cuarta y la quinta posición de parrilla, sólo superados por los Red Bull, impulsados por el conducto f, y el líder, Hamilton. Cambios que no pudieron superar las circunstancias y a una estrategia desastrosa, pues los dos Ferrari fueron pasaron por boxes al mismo tiempo. Massa, cómo no, fue quien tuvo que hacer cola.

No tiene suerte Alonso en Valencia, pues hace dos años, en el estreno en el calendario del circuito no llegó a completar ni una vuelta: fue embestido por detrás por Kazuki Nakajima, que le destrozó el alerón. Esta vez, y de momento, sumó dos, después de perder la octava posición en la última vuelta a favor a Kamui Kobayashi (Sauber), que también superaría a Sebastien Buemi para acabar séptimo, posición que conservó después de las sanciones. A Alonso le preguntaron qué pasaría y cómo se sentiría si subiese puestos por la sanción de otros pilotos. “Cuantos más puntos mejor, lo que hay que analizar y ver son las cosas que han pasado hoy. La pena de la gente que ha visto en las gradas una carrera no del todo real”, siguió Alonso, que iluminó los ojos a esos periodistas que entienden que el periodismo debe buscar (y encontrar, claro) los titulares más incendiarios. Y Webber no quiso entrar en ese juego para valorar su accidente. Para empezar el australiano exculpó a Kovalainen –“para bailar un tango hacen falta dos y para este accidente también”–, pero reconoció haberse sorprendido “por lo pronto que ha frenado, no podía hacer nada porque estaba muy cerca de su alerón trasero”.

Más sereno, tremendamente contento, Vettel valoró que “lo más importante del día” era que su compañero estaba bien, se mostró muy feliz por su triunfo, el segundo del curso tras el de Malasia, y tuvo unas palabras para los escépticos: “Algunas personas pierden la atracción y dicen que la F1 en comparación con 30 años atrás es aburrida y no pasa nada, pero en días como este te recuerda que las velocidades son altas y cuando las cosas van mal pueden ir espectacularmente mal”.

sábado, 26 de junio de 2010

Lorenzo cocina otra victoria deliciosa en Assen

Lorenzo encara una curva perseguido por Pedrosa y Stoner -EFE.


Para Jorge Lorenzo competir es como cocinar, supone un ejercicio de fogones que requiere de constancia, sensibilidad y talento. El mallorquín compara los circuitos y todas las dificultades que entrañan, sus curvas, los rivales o el propio pilotaje, con los platos. Y desde hace casi una década, desde que lo pisó por primera vez, su menú favorito es el circuito de Assen, en Holanda, donde ya puede presumir de haber sido el mejor cuatro veces y en tres categorías distintas. Todo empezó en 2004 en 125cc, para continuar en 250cc (ahora Moto2) en 2006 y 2007 saliendo desde la pole, la circunstancia con la que ha vuelto ahora a triunfar en MotoGP. Resultó un triunfo sobresaliente, pero bastante menos cómodo que el de Silverstone para Lorenzo, exigido al máximo por los dos que tendrían que ser sus dos grandes rivales en ausencia del lesionado Valentino Rossi. Equipados con un neumático trasero blando, Dani Pedrosa y Casey Stoner le atosigaron en los primeros dos tercios de la carrera. Lorenzo, que llevaba el duro, mejor para las últimas vueltas, supo capear la situación: primero para coger una ventaja superior al segundo, después para mantenerse por delante con algo más de una décima –todos juntitos, un guiño al eslogan del anuncio de un GPS que protagoniza Lorenzo: “Milímetros de ventaja”–, para cinco después rozar el segundo y medio de margen (1’325) y a siete giros, los dos (1’999). La diferencia final fue de casi tres (2’935), por los 6’743 que le sacó en el GP de Gran Bretaña a Andrea Dovizioso, el gran perdedor en Holanda, pues cedió el segundo puesto del Mundial en favor de Pedrosa (también segundo en Assen y que está a 47 puntos de Lorenzo) a pesar de conseguir quitarle la quinta plaza a Randy de Puniet en los últimos metros. Cinco adelantamientos en la última vuelta. Fantástico epílogo para la primera carrera del año en la que Stoner ha podido subirse al podio: fue tercero.

Si en Silverstone Lorenzo rindió tributo a Los Beatles, en La Catedral se acordó de Michael Jackson, fallecido hace un año. Se marcó unos pasos a lo thriller para acordarse del icono del rock mientras clavaba su bandera de conquistas: la Lorenzo’s land. Después tendría otro buen gesto posando con el Jabulani, el balón oficial del Mundial de Sudáfrica por haber conseguido el hat trick (pole, vuelta rápida y victoria). El mallorquín se llevó la pelota firmada por los miembros de su equipo. Lorenzo cada día se comporta con más naturalidad y rebaja su cuota de detractores. Sus números no admiten discusiones. El balance de cuatro triunfos y dos segundos puestos es el mejor desde 2005, cuando Il Dottore ganó una carrera más. ¿Cuál es el secreto? “He sabido estar tranquilo cuando veía que no podían alcanzarme”, valoró el piloto de Yamaha, que no se olvidó de reconocer el buen papel de sus rivales: “He ido al límite porque tanto Dani como Casey lo han hecho muy bien. Hay que felicitarlos”.

Las 100 victorias de Rossi

La Catedral es una cita mítica en el calendario. Construido en 1955 y mejorado por última vez en 2006, es el circuito más plano del Mundial y oficialmente es conocido como Circuit Van Drenthe Assen. La tradición marca que el GP de Holanda o Dutch TT se celebre el último mes de junio. En el de hace un año menos un día Rossi desplegó una pancarta inmensa para festejar su 100ª victoria y recordar, a través de imágenes, las 99 restantes. Ahora el turno es de Lorenzo, que quiso volver a felicitar “por el gran cambio que ha hecho su moto de un día para otro” a Pedrosa, con el que iguala con nueve triunfos en MotoGP y con un año de competición menos.

El primer sorprendido por la evolución era el propio Pedrosa, que salió séptimo y ya rodaba segundo en la tercera vuelta: “No me esperaba hacer esta carrera y remontar tan rápido. Al final Jorge se ha ido un poco, pero se lo hemos puesto difícil”.

domingo, 20 de junio de 2010

Lorenzo, de principio a fin en Silverstone

Lorenzo, eufórico en el podio, sostiene una botella de cava de Freixenet -EFE.

Enclavado entre Buckimhamshire y Northamptonshire, el remozado circuito de Silvertone está a unos 120 kilómetros de Londres. Y la capital de Gran Bretaña se encuentra a dos horas y media en tren de Liverpool, la ciudad de los Beatles. Una excusa, una razón de peso para que Jorge Lorenzo (Palma de Mallorca, 1987) celebrase su octava victoria en Moto GP (la 29ª de su carrera, tantas como Loris Capirossi) poniéndose la chaqueta azul característica de Paul McCartney. Otros tres amigos (con equipación completa) aparecieron para hacer posible la foto de homenaje a un grupo inmortal que no deja de aparecer nunca en las listas de los más vendidos y que no pierde entusiastas: hace dos días un coleccionista estadounidense pagó más de un millón de dólares por un manuscrito de John Lennon de la canción A day in the life (Un día en la vida), del mítico álbum Sgt. Pepper’s lonely hearts club band. Un tesoro tan valioso como el triunfo de Lorenzo en Silverstone, que no albergaba una prueba del Mundial desde 1986. En la categoría máxima (500cc entonces) ganó el australiano Wayne Gardner. Lorenzo ni tan siquiera había nacido. Ahora lidera el campeonato con 37 puntos de margen sobre Andrea Dovizioso (2º) y 42 con Dani Pedrosa (sólo 8º) –a Valentino Rossi, lesionado, le saca 54–.

Como los Beatles, tiene su propio sello: está acostumbrado a utilizar los primeros giros como toma de contacto con el asfalto y coger confianza. Pero en el GP de Gran Bretaña, celebrado en el circuito de Silverstone, cambió su proceder: empezó como un tiro. Así, recorrió la tercera vuelta sólo seis décimas más lento que su pole y la siguiente, dos menos. Total que en la octava vuelta ya tenía más de seis segundos sobre el segundo, entonces y finalmente, Dovizioso: “Jorge está muy fuerte y es muy constante”. La decisión del equipo de Lorenzo de empezar con neumáticos blandos para ganar terreno resultó la idónea. “Aunque no esperábamos que obtuviese tan diferencia”, reconocía Ramón Forcada, su jefe de mecánicos, preguntado por Izaskun Ruiz durante la retransmisión de la carrera en Televisión Española.

Primera vuelta fantástica

Lorenzo rodaba a otro nivel, en otra dimensión, pero no rebajaba su esfuerzo. “Quizás he arriesgado mucho en las primeras vueltas”, concedería después. Antes el máximo riesgo lo tomó durante el primer giro, el más espectacular de la prueba. Relatémoslo en orden cronológico: Pedrosa le superó por el interior; Lorenzo recuperó la posición en paralelo y volvería a cederla por dentro, pero respondería adelantando a Pedrosa por fuera, en lo que sería la acción decisiva de una prueba cuando ni tan siquiera se había completado la primera vuelta. Todo esto sucedió en algo más de lo que se tarda en leer en este párrafo. Indescriptible. Un guiño a aquellos que defienden que un Mundial con Rossi siguiendo las carreras en casa no tiene interés. Tampoco resulta sencilla la ausencia de Il Dottore para Lorenzo –“cuando la situación del campeonato cambia tanto, es normal que tu cabeza vea las cosas de otra manera”–.

A Lorenzo le ha caído de repente y por la desgracia de su compañero el cartel de máximo favorito. Una responsabilidad mayúscula para el balear, que ha pasado de mirar a Rossi a ampliar sus miras hacia Honda. Con Casey Stoner muy bajo de forma y peleado con su moto (remontó hasta la quinta plaza, pero completó la primera vuelta… 12º, está a ¡80 puntos del líder!), teóricamente serán Pedrosa y Dovizioso sus máximos rivales. El catalán se hundió tras un buen inicio y con problemas en la fiabilidad de su moto sólo pudo acabar octavo. Le faltó también más determinación. No hay que olvidar que se había caído en la calificación (la Honda le pasó, sin consecuencias graves, por encima de la rodilla) y minutos antes de la prueba, con el chasis nuevo. Inconvenientes que no tuvo Dovizioso, que no padeció para defender el segundo puesto que le birló muy pronto a Randy de Puniet. Tercer sería el estadounidense Ben Spies, que superó en una dramática última vuelta a su compatriota Nicky Hayden, por cuarta vez cuarto: “Estoy muy contento, pero ha sabido mal que fuese precisamente contra él”.

Lorenzo siempre ha sido un inconformista y totalmente competitivo. En una de sus primeras carreras, con tres años, bajo la lluvia y sobre un barrizal, el pequeño Jorge se paraba de vez en cuando para quitarle el barro a sus ruedas. “¿He ganado? ¿He ganado?”, le preguntaba a su padre. Una secuencia graciosa, pues la prueba ya había acabado y le habían doblado un par de veces sus rivales, de entre diez y quince años. En Silverstone no se encontró con lluvia, pero sí con una nueve victoria. De principio a fin. Lorenzo sólo ha perdido diez puntos de 125.


martes, 15 de junio de 2010

San Emeterio culmina una Liga de ensueño para el Caja Laboral ante un Barça irreconocible

Abrazo de campeones entre San Emeterio y Splitter - ACB Photo.


Él, tan serio siempre ante los focos, tan comedido ante cualquier comentario a favor y en contra, cerró los puños de rabia, abrió esa boca que apenas abre cuando habla y corrió unos metros en soledad, aunque la grada del Buesa Arena le hubiese seguido de buen grado. De repente, y ya rodeado de sus compañeros, pidió calma. Fernando San Emeterio (Santander, 1984) insistió: “Calma, calma, no está hecho”. Lo decía con gestos. Él, un jugador transferible a finales del curso pasado, estaba a punto de ganar su primera Liga, la tercera de su equipo. San Emeterio acababa de jugarse la entrada para empatar el partido en la prórroga y para sacarle una personal inocente a Morris, salvador del Barça con un tapón ilegal a un tiro de Eliyahu -fundamental- que hizo posible en la prórroga. Y ahí estaba San Emeterio, dispuesto a anotar un tiro libre histórico con cinco décimas por jugarse. No falló. El triple imposible, casi surrealista de Basile no entró y el sueño llegó: el Caja Laboral, el Baskonia de siempre, era el nuevo campeón de la Liga ACB tras ganarle por 79-78 en el tercer partido de la final, resuelta por un inesperado, pero muy justo 3-0 y con San Emeterio como MVP moral y sentimental de la final, aunque en esa jugada anotase la mitad de sus puntos en el partido (seis). El oficial fue Splitter, que alcanzó los 36 puntos de valoración en este encuentro, probablemente su última cita con el equipo en el que ha crecido antes de irse a la NBA. El pívot brasileño, además, igualó la marca de Sabonis, pues también fue nombrado el mejor de la fase regular. Fundido y sin puntería (7/30 en triples, 23%), el Barça despidió un curso “casi perfecto hasta el día 9”. Palabras de su entrenador, Pascual, que se refería al inicio de la final, a la primera decepción de los azulgrana, que esta temporada habían ganado los cuatro títulos en juego. El contraste era la mejor frase de Ivanovic: “La realidad es mucho más bonito que un sueño”.

Volvió a reconocerse ese Carácter que define al Baskonia, que ha conseguido acabar de forma fantástica una temporada llena de contratiempos y lesionados. Una identidad que reconocen los nacionales y los extranjeros –por cierto, Ivanovic igualó a Scariolo como técnico foráneo con más partidos dirigidos en ACB: 409–. Una idea que siempre ha mamado Splitter (14 puntos y 13 rebotes), envuelto en la bandera del club antes de levantar la Liga. Antes, en La 2, había retratado a quienes habían dado un campeón por anticipado: “Nadie contaba con nosotros, pero con mucha fe y muchos cojones hemos sido campeones”. Su compatriota Huertas, fundamental para su equipo en los últimos minutos de estos playoffs, no podía aguantar las lágrimas: “Hemos sido un equipo, hemos entrado más que nadie. Nadie más en España ni en el mundo ganaría así al Barça, que lo hemos hecho por 3-0…”.

“No hemos sabido jugar bien”

Deshecho estaba el capitán azulgrana, Grimau, que confesó que estaban “convencidos de ganar el partido y remontar la eliminatoria”. El planteamiento de Pascual había sido interesante, comparando la remontada que se requería con una fase final de Copa, pero el Barça no encontró los mínimos para que así fuese: no mostró la solidez, regularidad y mínimas dudas que se requieren para ganar una competición sin dobles oportunidades. “No hemos sabido jugar bien”, se despidió Grimau. Los azulgrana tuvieron otro inicio dubitativo (8-2), que supieron solventar para ponerse 17-18, ya sin Ricky con dos faltas personales en el banquillo. El ex jugador del DKV Joventut no volvería hasta el ecuador del segundo partido, pero junto con Mickeal (16 puntos) fue el mejor de un Barça alejado de su nivel.


El Caja Laboral tenía excedente de confianza, tanto si Oleson era capaz de fallar tres tiros libres seguidos (uno más que en toda la fase regular), Huertas, acto seguido, como punto y seguido, lo solucionaba aportando lo perdido: tres puntos con su único triple y la máxima ventaja local (37-28 a los 15m 27s). Un tiro que había hecho posible Eliyahu, el jugador que más ha crecido en la recta final del curso en el que ha cumplido el perfil de gran parte del equipo: ha pasado un tiempo importante lesionado. El ex jugador del Maccabi aportó 18 puntos y cuatro rebotes. “Si hubiésemos estado todos, quizás hubiésemos ganado la Euroliga”, decía, convencido, Herrmann en la puerta del vestuario visitante del Palau después del segundo partido. El argentino ha ganado los seis partidos de las finales ACB que ha disputado. En 2006 empezó su racha con Unicaja y ante el Baskonia.


Apagar el fuego


Pascual utilizó la zona 1-2-2 para apagar el fuego y lo consiguió temporalmente. La defensa y la impulsividad y el impagable trabajo de Ricky y Mickeal en las recuperaciones, los dos mejores en esta faceta del equipo, revolucionaron por momentos del partido, cerrado al descanso por 41-36.

Ya en la segunda parte, Teletovic –desastrosa su serie, decisivo al final– se hizo un lío con la pelota y Navarro (18 puntos, pero 5/15) corrió al contraataque. Poco a poco, milímetro a milímetro, la diferencia iba reduciéndose (48-46 a los 25m 04s), gracias al sobreesfuerzo en el rebote ofensivo de los azulgrana con sus hombres altos y al todos a una en defensa. Pero el juego de los azulgrana era tan intermitente como las apariciones de Vázquez, que volvió a la pista con tres personales y duró lo que un bizcocho en una puerta del colegio. Irreconocible, el MVP de la Copa cometió la cuarta personal sobre Splitter y se fue al banquillo por Ndong, quien mejor intimida en este Barça.

Decisiones equivocadas


El partido se convirtió en un manojo de nervios. De nervios y lo que ello suele conllevar: decisiones equivocadas. El Barça desperdició cinco ataques y el Caja Laboral se empeñaba en intentarlo desde más allá de 6’25 y en perder balones. A la sexta y desde la línea de personal, Navarro puso por fin por delante a su equipo (50-51 a los 28m 43s), algo que no sucedía desde el primer cuarto. Y así, con dominio azulgrana (53-52 tras una canasta de Ricky) concluyó el tercer cuarto.

El Barça había solucionado una situación complicada, pero como ha sido común en esta serie, volvió a atascarse con la misma facilidad. Palacio dirigía con acierto al Caja Laboral, que con el concurso de Splitter y de un imparable Eliyahu haciendo un clínic de cómo tirar de diferentes formas y con acierto se distanció 60-55 a los 5m 08s. Sada metió un triple, pero respondió Eliyahu, justo antes del triple de Lorbek (62-61 a 2m 50s). Un tiro libre de San Emeterio y un triple de Ribas, decisivo en el segundo partido con un rebote, ponían las cosas muy bien para los locales (66-61 a 1m 04s). Pero entre Navarro, que le sacó tres personales y la quinta a Ribas en menos de un minuto, y Ricky empataron a 66 para forzar la prórroga.

En este tipo de partidos no funciona el Instant Replay. Así que el tapón ilegal de Morris a la bomba de Eliyahu fue dado como válido por los árbitros a simple vista. Parecía un guiño, una redención a la desgraciada jugada de Montero ante Vrankovic. Pero no fue así. En la prórroga Splitter le sacaría la quinta a Mickeal, el ex ídolo local pitado. Ricky y Navarro pusieron el 70-75 a 1m 27s, pero resurgiría Teletovic de su silencio casi absoluto. Y San Emeterio con esa canasta más tiro adicional que premia su regular año. En lo personal, se casa en verano. En lo profesional, aún le queda otro premio merecido: un hueco en la selección en el Mundial de Turquía.

domingo, 13 de junio de 2010

Hamilton lidera un nuevo doblete de McLaren en Canadá con Alonso en el podio

Button y Hamilton festejan el segundo doblete de McLaren -EFE.


Cuenta Pedro Martínez de la Rosa que pocos pilotos transmiten una sensación “de serenidad y tranquilidad” como Lewis Hamilton, campeón en 2008 y nuevo líder del Mundial después de su triunfo en el frenético GP de Canadá. Una carrera repleta de adelantamientos, incidentes y rencillas desde el primer momento que sirvió a McLaren para obtener su segundo doblete consecutivo, esta vez sin lucha de egos de por medio de los Red Bull, los grandes perdedores con Sebastian Vettel cuarto y Mark Webber, sancionado con cinco posiciones en la salida por cambiar la caja de cambios, quinto. Más satisfecho acabó Fernando Alonso, que completó el podio a pesar de que no disponía de las principales mejoras de su F10. Las tendrá en Valencia, la próxima cita del campeonato y el que debe ser el punto de inflexión para Ferrari sobre sus opciones al título. Alonso está a 15 puntos del liderato.

El circuito Gilles Villeneuve es un trazado especial para Hamilton. En esta isla artificial construida con los escombros de la construcción del metro de la ciudad consiguió su primera victoria en 2007. Tres años después ya cuenta con 13, continúa siendo el piloto más agresivo y es más comedido en sus declaraciones. Valoró que la de Canadá había sido “una de las más difíciles de la temporada”, especialmente por el tráfico de doblados y la batalla que le planteó Alonso, que salió por delante en la primera parada –“he tenido que tocar el freno, no veía donde estaba y me he asegurado que había suficiente espacio para las dos”– y al que tardó ocho vueltas en adelantar pese a que rodaba más rápido. El piloto asturiano no cejó en su empeño de superar a su ex compañero y completó la mejor vuelta hasta entonces en cuanto Hamilton se fue a cambiar los neumáticos por segunda vez. Un sobreesfuerzo que no bastó a Alonso para salir por delante de su rival. En la vuelta 56 Jenson Button superaría definitivamente al piloto de Ferrari, que reconoció que se vio “con opciones de ganar”.

Massa y Schumacher

Declaraciones que no pudo decir su compañero de escudería, Felipe Massa, triste coprotagonista del primer incidente de la jornada. Felipinho chocó dos veces con Viantonio Luizzi en un percance que acabó con ambos monoplazas en boxes. Massa acabó 15º, no mucho peor que Michael Schumacher, el mejor en el inicio y el peor al final. Vencedor siete veces en Canadá, Schumi completó la primera vuelta octavo, cinco por encima de la parrilla de salida, pero acabó doblado, con vuelta perdida y cediendo el mísero punto que iba a obtener en el último giro y ante el pianista del Mundial: Adrian Sutil.

Justo por detrás de Schumacher, 12º finalizó Jaime Alguersuari, receloso de la estrategia del equipo con él y nada contento con que su compañero Sebastien Buemi le superase. Advertido por la cúpula de Toro Rosso, el suizo finalizó octavo, un puesto por debajo de su mejor marca, obtenida el curso pasado en Australia y Brasil. Una vez más De la Rosa no pudo acabar la carrera. De nuevo fue un problema ajeno: el motor de su Sauber dijo basta.

San Emeterio y Huertas exigen al Barça una remontada épica

Huertas intenta robarle la pelota a Basile -EFE.


Con la cara colorada por el esfuerzo, sin camiseta y una lata de Fanta naranja medío vacía en la mano Marcelinho Huertas atiende a los periodistas. Dice que no se pueden fiar por llevar un 0-2 en la final y que ese balance responde a que el Caja Laboral “algo habrá hecho bien” y no tanto “a que el Barça haya jugado mal”. Huertas asegura que no tienen miedo a perder, que no han preparado el cruce de forma especial y que ni mucho menos han cambiado su estrategia para anular a Ricky. Responde sin rodeos, hasta que llega el apunte de Cronómetro de Récords:

– A nivel individual, estás siendo decisivo en los últimos minutos.
– No quiero hablar a nivel individual –zanja el base brasileño. Y se va.

La actitud de Huertas no es un desdén, sino una forma un tanto brusca de decir que el mérito es de todo el Caja Laboral, vencedor también en el segundo partido por un ajustado 69-70, después de que Pau Ribas recogiese el intento de asistencia de Ricky Rubio desde la banda a 1’6 segundos y de que Fernando San Emeterio (19 puntos), el mejor del partido, hubiese cometido justo antes una antideportiva a Gianluca Basile para completar un parcial de 4-0 en los últimos 19’8 segundos. La reacción final del Barça no bastó para doblegar a los visitantes, que de nuevo jugaron mucho mejor la parte decisiva, con Huertas anotando nueve de sus 13 puntos en el último cuarto –y otro triple básico, esta vez a 2m 58s, 61-65–; siete aportó en dicho tramo San Emeterio. “¡Fernando selección! ¡Fernando selección!”, gritaba el vestuario visitante tras el partido. “Es un jugador que está en todas las facetas del juego”, le elogió Dusko Ivanovic en la rueda de prensa. Más serio estaba Xavi Pascual, consciente de que los azulgrana necesitarán tres victorias consecutivas para revalidar el título de Liga: “Nos lo plantemos como una Copa del Rey, con sus cuartos, sus semifinales y la final”. Una remontada que sería épica para un Barça en el que no funcionaron ni Ricky ni Juan Carlos Navarro, que se repartieron cuatro puntos. De nada le sirvió a los azulgrana dominar el rebote (36 por 28) presentando un pobre 5/21 en triples.

Splitter, bien defendido

En su intento por reencontrarse, el Barça empezó más certero y concentrado, advertido del encuentro anterior, en el que encajó un parcial inicial de 4-16. Así que entre Pete Mickeal (18 puntos) y Terence Morris (12), titular por Boniface Ndong, sostuvieron y empujaron a los azulgrana en la primera parte, cerrada a su favor por 38-33. Las sensaciones para los locales eran positivas y podían estar satisfechos de ver cuáles eran los números en ese momento del MVP de la fase regular: Tiago Splitter. Muy bien defendido, el pívot brasileño llevaba un rebote, dos asistencias, una falta personal y había fallado sus dos tiros. De hecho, Splitter no anotó hasta el último cuarto, a 9m 49s, empezando la remontada de su equipo, que había cedido por ocho (53-57 a los 53-45) tras uno de los dos triples en un minuto del incombustible Jaka Lakovic (10). El tercer cuarto resultó el más delicado para el Caja Laboral, empezado con lanzar tiros de tres, salvado de diferencias mayores por la versatilidad de San Emeterio. Ambos equipos jugaron durante un rato como si en vez de los segundos de posesión fuesen diez y no 24.

La segunda y última canasta de Splitter, que acabó con cuatro puntos, llegó tras un palmeo. El pívot brasileño capturó tres de sus tres rebotes en el último cuarto y el único ofensivo de su equipo. “En defensa ha sido uno de sus mejores partidos”, dijo sobre él Pau Ribas, quien se hizo con el intento de asistencia de Ricky, otra vez alejado de su mejor versión (seis puntos y dos rebotes). Brad Oleson puso el 65-70 a 17 seg., tras la quinta personal de Juan Carlos Navarro (cuatro puntos, 1/4), pero el Barça perseveró y a punto estuvo de darle la vuelta al marcador. “Lo mejor que tenemos es que nos venimos abajo si falla uno, el resto está ahí para ayudar”, disgregó Ribas. El mejor comentario de la tarde sobre la idea de equipo. La idea sobre la cual el Caja Laboral, con Huertas y San Emeterio como grandes directores, ha llegado al extremo de exigirle al Barça tres victorias consecutivas para volver a ser campeón.

jueves, 10 de junio de 2010

El Barça pierde el norte ante la brújula de Huertas

Navarro lanza forzado ante Teletovic -ACB Photo.


Perdido ante los acontecimientos, privado de esa autoridad y seguridad que le ha permitido ser considerado el mejor equipo de Europa y levantar la Euroliga, el Barça perdió el norte en su primera cita de la final de la Liga. Error propio y virtud ajena, la de un Caja Laboral vencedor por 58-63, más entero y certero en las partes que más se recuerdan de un partido y de un texto: el inicio (4-16) y el final (2-9). Los dos instantes de mayor lucidez y clarividencia de Marcelinho Huertas, que anotó en ese tiempo nueve de sus once puntos y con su brújula guió a su equipo a neutralizar el factor cancha y cortar la racha de 33 triunfos consecutivos en el torneo de los azulgrana en el Palau. Una trayectoria inmaculada iniciada después del último desengaño, el 3 de enero de 2009 y también con el Baskonia como rival.

Acostumbrado a llevar la batuta, el Barça se sintió incómodo sin ser quien dictase las pautas de los acontecimientos, por más que los fuese resolviendo con parciales tan extraordinarios como postizos. Resolvió Xavi Pascual que a su equipo le faltaron paciencia, tranquilidad y que no se reconoció (identidad) ni tuvo la suficiente intensidad. Podríamos añadir puntería (algo más del 35), rebotes (35 por 41), pero sobre todo convicción, solidez y regularidad, por más que anotase la misma cifra en los tres primeros cuartos: 16 puntos. Una cifra muy mediocre.

Rebajar los méritos

A pesar de sus carencias, el Barça supo rehacerse de la mayoría de entuertos. El primero, nada más empezar. Al monólogo inicial del Caja Laboral y en particular de Huertas y Splitter (16 puntos y seis rebotes) respondieron los azulgrana con el corazón en la mano y la puntería como impulso: cuatro triples en los tres últimos minutos del primer cuarto permitieron al Barça dejar la desventaja en la mitad (16-22) y en un tercio, tras la única canasta de Morris (18-22 a los 11m 06s). Es lo que tiene el Barça, que actúa como la gran mayoría de las personas: rebaja los méritos del otro con facilidad pasmosa. Pero con esa misma facilidad volvió a ceder, a permitir que English y Splitter se sintiesen como en su casa y recuperasen la renta (22-34 a los 16m 34s).

“No nos pueden meter ni una canasta fácil”, exigía, con los ojos encendidos, Xavi Pascual, satisfecho con el 10-0 final antes del descanso en 3m 05s (32-34). Un parcial repartido entre el único triple (¡y canasta!) de Ricky (1/5) y siete puntos de Navarro (17, 5/15), protagonista del inicio fulgurante de los locales en la segunda parte, con un triple y dos asistencias para Ndong (12 puntos). Un tiro de tres de Mickeal dio a los azulgrana su mayor ventaja (43-36 a los 24m 15s, parcial de 21-2) y sirvió de punto de partida para la fe y reacción del Caja Laboral, al que le sobran jugadores decisivos: empezó el trayecto Huertas y lo continuaron Ribas y sobre todo San Emeterio (diez puntos) y Teletovic (11), que con dos triples entre el final del tercer cuarto y el último sirvieron para empatar a 48. E igualado se mantuvo el partido hasta el empate a 56 (a 5m 28s). A partir de entonces el Barça sólo supo anotar dos tiros libres. Perdió completamente el norte. Comprensible si se revisa la estadística y se ve que Lorbek y Sada no anotaron y que entre Mickeal y Basile se repartieron once puntos.

Más significativa todavía fue la cifra de sus tres bases, que únicamente repartieron una asistencia. El titular, Ricky, completó probablemente su partido más desafortunado como profesional: 1/8, una pérdida y -6 de valoración. En los últimos minutos se jugó dos triples, hizo una pase picado malo a Ndong y vio cómo Huertas, su ex compañero en Badalona y al que eclipsó, sacaba su brújula y con un triple a 3m 03s y una entrada a 1m 08s (38-63) dejaba más cerca la inesperada victoria visitante. Huertas forzaría la pérdida de Morris en la siguiente jugada y a pesar de que el cronómetro no corrió el Caja Laboral se supo ya vencedor. Los pronósticos no le daban ganador de ningún partido de la serie. Herido, Splitter había avisado que tenían todos los elementos necesarios para no sólo ganar un encuentro, sino la eliminatoria.

domingo, 6 de junio de 2010

Nadal recupera el número uno conquistando su quinto Roland Garros

Nadal abraza y muerde el trofeo de Roland Garros -EFE.


A partir del sufrimiento se explican muchas historias. El dolor humaniza y hace valorar más los éxitos. “Es un sueño estar aquí después de un año difícil”, dijo Rafael Nadal con los ojos aún rojos de haber llorado dirigiéndose al Phillipe Chatrier y al mundo. Nadal no podía olvidarse de cuanto le ha sucedido en los últimos meses: problemas familiares, su dolorosa derrota ante Robin Soderling en octavos de Roland Garros, la pérdida del número uno o su ausencia por lesión en Wimbledon. En su sufrimiento –“no he podido contener los nervios de los últimos meses”– y en “la ilusión por seguir jugando a tenis” se explica dónde está ahora Nadal: satisfecho con su quinto Roland Garros tras vencer al propio Soderling por 4-6, 2-6 y 4-6, y recuperar el número uno mundial.

“Es el momento más emocionante de mi carrera y he tenido que hacer el mejor partido, sino no hubiera ganado”, continuó Nadal, que supo incomodar al rival que había eliminado a Roger Federer en cuartos y le había permitido recuperar la primera plaza en el ránking de la ATP. Le abrió al revés y no dejó a Soderling conseguir ninguna de las ocho pelotas de rotura que tuvo. Nadal aprovechó un tercio: cuatro de doce. Fue un ejercicio sólido del balear, pero menos espectacular que en otras ocasiones, pues el sueco hizo más golpes ganadores (40 por 35), pero no pudo jugar puntos cortos y su porcentaje de primer servicio fue muy bajo (54%; 76% el balear).

Con 24 años y tres días, Nadal ya cuenta con 40 títulos, 28 en tierra batida, y sobre todo siete Grand Slam (cinco Roland Garros, un Wimbledon y un Abierto de Australia). Al balear sólo le falta el Abierto de Estados Unidos), pero prefiere pensar en el presente. Celebrará su triunfo en París en una cena con su entorno y mañana lunes ya empezará a entrenarse para preparar su siguiente reto: Queen’s, la antesala de Wimbledon, donde no defiende punto alguno. Donde aún podría ser más número uno. “Estar al frente del ránking es la consecuencia de muchas cosas: de trabajo, dedicación, victorias, de no haber tenido lesiones...”, cerró Nadal, que no cedió ni un set en todo el torneo. “Si sigue jugando así va a ganar muchas veces más aquí y en otros sitios”, le elogió Soderling. El triunfo de Nadal de ahora se entiende a partir de malos ratos y la derrota ante el sueco es el más significativo.

Pedrosa se exhibe en Mugello y ocupa el hueco de Rossi como rival de Lorenzo

Lorenzo, ataviado con la camiseta de Rossi, moja a Pedrosa en el podio -EFE.


Los gestos se demuestran con hechos y palabras. Vale, todo el mundo puede sentir dolor, pero no todos pueden ser una leyenda”, se podía leer en un cartel que Jorge Lorenzo sostenía antes de competir en Mugello, territorio de su rival y compañero, además del destinatario del mensaje: Valentino Rossi. Il Dottore era el gran reclamo del GP de Italia y la grada, teñida con el amarillo de su ídolo y huérfana del ídolo, aplaudió el homenaje. Pero sobre todo se emocionó cuando desde megafonía se anunció que Rossi iba a hablar desde el hospital. “Estoy bien, estoy bien”, dijo Rossi, que se fracturó la tibia y el peroné en la pierna derecha durante los entrenamientos del sábado. “Volveré pronto”, prometió. Un anuncio que emocionó a sus seguidores, pero que no cambiará el devenir del nuevo Mundial. El italiano deberá esperar para ganar su décimo título, pues tardará unos dos meses en reaparecer. Por lo visto en Mugello, Dani Pedrosa ocupará su hueco como principal rival del líder, Jorge Lorenzo. El catalán venció a su manera: escapándose desde la salida –“he tirado fuerte y luego he intentado mantenerme”– y se coloca a 25 puntos de Lorenzo, segundo en la carrera y detallista de nuevo en el podio con Rossi llevando una camiseta suya. Andrea Dovizioso fue tercero y Casey Stoner, cuarto.

Desde 1996 no se perdía una prueba Il Dottore, que en los últimos días había asegurado, ya fuese por estrategia o por ser sincero, que estaba corriendo a un 65% de sus posibilidades por sus problemas en el hombro derecho, malherido tras una caída mientras hacía motocross. Pero también había añadido que sentía una motivación especial por correr en Mugello, donde acumula tantas victorias como títulos. Incluso había cambiado de corte de pelo (a lo mohicano) para animarse a ganar a Lorenzo, muy superior en Jerez y Le Mans. Más comedido en el GP de Italia porque, según explicó, el neumático no funcionaba lo suficientemente bien como para alcanzar a Pedrosa. Lorenzo tardó 16 vueltas en completar una mejor que la de Pedrosa, que hizo varios giros casi medio segundo mejor que su antiguo enemigo y superó los siete segundos de margen. Al final fueron cuatro, un mundo para Lorenzo, que se dedicó a contener a Dovizioso, beneficiado por la caída de Nicky Hayden y la baja forma de Stoner. El campeón de 2007 tuvo que conformarse con lograr una sufrida cuarta posición en la última vuelta y con Marco Melandri a 32 milésimas. Stoner tiene ya 53 puntos menos que Lorenzo.

“Es una sensación increíble volver a ganar y estoy muy contento por mí y por el equipo”, resolvió, orgulloso, Pedrosa, que en Mugello celebró su noveno triunfo en MotoGP, un logro que le equipara a las obtenidas por Sete Gibernau y Loris Capirossi. Con una Honda por fin en condiciones ya no tiene excusas para opositar de verdad por el Mundial. Debe ocupar el hueco de Rossi y con permiso de su compañero Dovizioso (tercero a 32 puntos), ser el rival directo de Lorenzo. “Hemos trabajado muy duro, y tras los problemas durante el invierno y en las primeras pruebas estoy encantado con esta victoria”, cerró Pedrosa.

El Caja Laboral hace fracasar la inversión del Madrid

Reyes se lamenta de una acción durante el partido -EFE.


No es muy común, pero hay profesores que realizan tutorías para pedir a los alumnos que sean ellos mismos quienes se pongan nota y den los argumentos pertinentes para defender dicho criterio. Responder esa cuestión no supone ninguna sorpresa para cualquier entrenador, pero siempre resulta incómoda para aquellos que no han logrado alcanzar los objetivos marcados. La nota de Messina sobre su Madrid tendrá que esperar, si es que realmente llega a producirse. El técnico italiano no quiso valorar el curso. “No es el momento para hablar de eso”, concedió Messina, “lo haré cuando el club me lo pida”. Justificar que el Madrid no haya sido capaz de ganar ni un título después de una inversión exagerada suena a ejercicio para redactar en casa para quienes aspiren a ser políticos o vendedores de humo. La trayectoria del conjunto blanco no es suficiente: subcampeón de Copa y Supercopa, cuartofinalista en Euroliga y semifinalista de Liga ACB, después de perder 64-56 el quinto y último partido ante el Caja Laboral. El grupo de Ivanovic, que como técnico sólo había superado una eliminatoria de siete en esas circunstancias, se enfrentará por tercera temporada consecutiva al Barça tras otra gran actuación de Huertas (ocho puntos y cinco asistencias) y Splitter (18 tantos y nueve rebotes).

Messina prefirió hablar de lo particular sobre lo general: se refirió a la serie. Dijo que se había resuelto por “cuestiones de acierto y efectividad” y no por los pequeños detalles –“rebotes, pérdidas o recuperaciones”–. Un discurso más amable (tiernos incluso) que el que dio tras perder los dos primeros partidos, cuando criticó que a sus jugadores les faltase “instinto de killer por no haber sabido jugar bien con presión. Al menos en esos dos partidos el Madrid pudo ganar, algo que tuvo imposible en el quinto y definitivo partido, pues sólo anotó dos canastas en los últimos 4m y 11s. Puro simbolismo: sus autores fueron Reyes y Tomic. Sobre el primero, intermitente por las lesiones y la falta de confianza de Messina y uno de los cuatro jugadores que sobreviven de la campana anterior, se dice que podría abandonar el club en verano (se habla de una posible oferta desde Bilbao). Mientras que pocos dudan que Tomic vaya a continuar en la plantilla. Sería una de los supervivientes de un grupo que en contadas ocasiones a conseguido unidad y equilibrio. Sus mejores partidos han sido más una lección de fe y entereza que una clase de cómo se debe jugar bien.

Inicio “fuerte”

Eso, defender su mejor versión era lo que había conseguir el Madrid en sus dos últimos partidos. Tras la apurada serie ante el Cajasol y los tropezones en Vitoria, el Madrid había convencido por su propuesta, especialmente en el cuarto partido de la serie y con Tomic como protagonista en los puntos (19) y en la defensa a Splitter. Un aspecto cuestionado por Ivanovic, crítico con la supuesta permisividad de los árbitros con el llamado Gasol del Este. Sea como fuere, Tomic (siete puntos, -1) ya llevaba dos personales en el ecuador el primer cuarto, empezado “fuerte” por el Caja Laboral, imparable e infalible en los primeros minutos en pista, empeñado en demostrar y demostrarse que sus dos derrotas en Vistalegre eran algo ya superado. El grupo de Ivanovic encontró su tranquilidad en la puntería de los primeros tiros (7/10 para un 15-5 a los 4m 22s). Los focos eran para Teletovic y Oleson, capital en la eliminatoria ante el equipo que le rechazó. Ya se sabe, no hay mayor motivación que triunfar donde no te quisieron.

El Madrid funcionaba como una persiana que hace tiempo que nadie engrasa. Su disposición era discontinua, la propia de un equipo que sólo necesitó cuatro minutos para perder otras tantas pelotas. No había ningún jugador más superado que Tomic hasta que apareció su primer recambio, Lavrinovic, que tuvo una aparición estrepitosa y fue capaz de cargarse con tres personales en sólo 1m 55s. Para suerte del Madrid ya estaba en pista y empezaba a carburar Llull, duda para el partido y reclamo del club en la publicidad que anuncia su trabajo de base en los carteles de los aledaños del Santiago Bernabéu. Llull (13 puntos como Reyes) jugó tanto de base como de escolta y fue el primero en hacer reaccionar a su equipo (18-12 a los 9m 33s), además de cerrar la primera parte (28-23) y un segundo cuarto lento, defensivo y repleto de errores (10-11).

La segunda reacción del Madrid correspondió a Reyes, que no había anotado en los dos primeros cuartos y sumó nueve en el tercero, en un interesante duelo con Splitter y con la ayuda de Bullock y Llull (46-43 a los 29m 30s). Una canasta a aro pasado de Velickovic y un triple de ex baskonista Vidal supusieron las únicas ventajas de los visitantes (46-47 a 9m 08s y 49-50 a 8m 23s). Pero entre la pareja Splitter-Huertas, la irrupción de Eliyahu (diez puntos) y dos canastas seguidas) desarbolaron a un Madrid que, siguiendo órdenes de Messina, ni tan siquiera hizo personales cuando a falta de 42 segundos (64-56) Llull falló un triple. El técnico visitante lo vio irremontable y con ese conformismo se acabó el curso para su equipo. Se prevén muchos cambios en el Madrid. El primero podría ser en el banquillo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Llull ilusiona al Madrid alargando la serie

Llull, eufórico, en un partido de Euroliga -EFE.


El mejor remedio para generar confianza en los demás es tenerla uno mismo, un proceso individual por mucho que influyo lo oído y escuchado del colectivo. En víspera de día festivo en Madrid, Vistalegre tenía 2.700 asientos sin ocupar en la noche en que el Madrid podía quedar eliminado. Una reacción de castigo o de simple elección de prioridades para una afición desencantada con un equipo sin encanto. Y el Madrid se presentó como un grupo débil, susceptible de recaer en parciales horrorosos e incapaz de hacer suyo ese valor que decide gran parte de los resultados: la regularidad. Para muestra un par de parciales: un 10-0 a favor y un 0-10 del Caja Laboral contra inmediatamente después. El Madrid necesitaba un plus de fuerza, rabia y coraje. Y, por supuesto, de confianza. Alguien que se rebelase ante esa vulnerabilidad. Apareció Prigioni para firmar un dos más uno y desahogarse con la valla publicitaria, en un ejemplo de cómo está padeciendo su equipo en esta serie, en la que continúa con opciones (2-1) porque cuenta con Llull. En un partido frío, lento y previsible el internacional español, de apellido impronunciable para gran parte de sus seguidores, encadenó dos triples seguidos –el otro fue de Prigioni– para sumar diez de sus 17 puntos en los en los últimos 4m 16s y ganar por 80-67. Llull actuó de héroe exprés para recuperar la confianza de un grupo criticado públicamente por su entrenador por su incapacidad de jugar con presión.

Antes de la extraordinaria intervención de Llull, el partido iba camino de otro final apretado como los dos anteriores, resueltos por el oficio del Caja Laboral y el cruce de claves propio. Cada equipo tenía un método diferente. El Madrid se centraba en jugar para y por sus hombres altos y Tomic, después de unos partidos discretos, volvía a ser el principal reclamo en ataque. Tanto que en el primer cuarto, cerrado con empate a 21, ya llevaba diez puntos. En dicho período los locales sólo lanzaron un triple, la jugada más precisa de los visitantes (3/6) y que tenía en su principal valedor al lógico Splitter, que finalizó el encuentro con 17 tantos, dos rebotes y un déficit que pudo cambiar el sino del partido: 1/7 en tiros libres…. ¡Sólo anotó el primero!

Primera parte: una pérdida y una recuperación

Vulnerable a los acontecimientos, el Madrid conseguía rentas pequeñas, pero bajaba los brazos con demasiada facilidad, como si supiese que era inevitable que entre Teletovic y Huertas, con 11 puntos cada uno, revirtieran la situación en una primera parte histórica, por rematadamente extraña. Habría que rebuscar muchos partidos de muchas ligas y de muchas épocas para encontrar un encuentro en el que sólo hubiese una pérdida en los dos primeros cuartos. El error fue del Caja Laboral, mientras que el Madrid recuperó un balón. El único en ese tramo (37-38).

Velickovic (11) y Tomic se adueñaron de la pintura y el Madrid hizo el amago de querer hacer un parcial que le diese cierta tranquilidad. No pudo ser tampoco, porque surgió el sorprendente Palacio, teórico tercer base del conjunto de Ivanovic y segundo en este partido, pues Ribas sólo jugó 2m 11s. El Madrid se sostuvo con Reyes (11 puntos) hasta que surgió Llull para aportar cuatro puntos en el parcial de 10-0 entre el final del tercer cuarto y el inicio del último, con un triple al límite de Bullock de por medio (60-53 a 9m 26s). Pero en esta parte de la temporada no hay partido fácil para el Madrid, que encajó un 0-10 en contra mareado, viendo cómo Splitter y Huertas emulaban las clases maestras Prigioni-Scola o Prigioni-Splitter. Hasta que llegó el dos más uno de Prigioni y el heroísmo de Llull. El gran responsable de que Messina aspire a remontar unas semifinales que empezaron con un 2-0 en contra. Sólo se ha conseguido una vez.

martes, 1 de junio de 2010

El Barça alcanza su cuarta final de Liga consecutiva por cabeza y los triples de Basile y Lorbek

Neal bota el balón ante Basile -ACB Photo/ M. Pozo.


Hay frases eternas que comulgarán siempre con la vida humana. “Debes tener siempre fría la cabeza, caliente el corazón y larga la mano”, defendía Confucio. Ideas que, aplicadas al deporte, pueden desgranar por qué se ha ganado un partido y una eliminatoria. Que hable Basile: “Al final con la cabeza hemos conseguido la victoria”. Basso resultó preciso, fundamental, en el triunfo por 72-82 del Barça en su visita al Unicaja que le recompensa con la cuarta final de Liga consecutiva. “Aquí no es fácil ganar”, seguía Basile, que anotó cinco triples y alcanzó los 20 puntos en su partido 200 en ACB. Dos tiros de tres metió su compañero Lorbek (16) en el parcial definitivo de los últimos cinco minutos: 4-18. Instantes en los que el grupo de Aíto se precipitó y –perdón por el tópico– jugó más con el corazón que con la cabeza. Se da la circunstancia que siempre que los azulgrana eliminaron a Unicaja en semifinales resultaron campeones. El recuerdo inmediato es el del año pasado ante el Tau, ahora Caja Laboral, que tendrá mañana martes su primera oportunidad de ser finalista real si gana en Vistalegre al Madrid de Messina.

Definido como guerra simbólica, el deporte funciona porque es un motor que carbura con tensión, pasión y golpes. Golpes morales, psicológicos y, claro, físicos, como el choque de torres entre Ndong (2.13) y Archibald (2.12). Un golpe que acabó con los dos en el suelo y abandonando el parquet: Ndong se fue a que le examinaran al vestuario y a Archibald le cerraron la brecha de la ceja. Ambos volvieron a la pista. Pero cambió tras esa acción y la siguiente –una contra de Berni (14 puntos) para el 68-64 a 5m 51s– y el inmediato tiempo muerto de Pascual. Unicaja olvidó su manual y el Barça impuso el suyo: equilibrio. Un mate de Vázquez, siempre acusado por la grada de “pesetero” porque abandonó Málaga por Girona y no por la NBA, y el primer triple de Lorbek pusieron a los azulgrana por delante. Un privilegio que ya no perderían gracias a su ejercicio de cabeza, defensa y acierto. Por la colaboración de piezas tan diferentes y tan compatibles como Mickeal (16), Navarro o Sada.

La identidad de Unicaja

Le costó al Barça solucionar la eliminatoria porque Unicaja hizo cuanto tenía que hacer hasta ese parcial final. Aíto había retado a su equipo a conocerse, a saber quién era y a qué podía aspirar. El reclamo de la identidad sería una obligación en cualquier grupo, pero más discutible en una plantilla tan cambiante y castigada con los contratiempos como Unicaja, que se identificó con una defensa muy trabajada y un ataque variado, con Berni, Neal (18 puntos) o Freeland (10). Printezis metió sus siete puntos en el primer cuarto, ganado por 21-20 por los locales, exacto en los tiros de dos (7/15 para ambos) en lo que parecía un calco del primer partido de la serie. Un intercambio de puntos sin descanso y un sin vivir para los técnicos. Pascual ya puso remedio sacando a Grimau, Basile y Sada, que lo primero que hizo fue hacerle un tapón a… Freeland. Por eso Pascual hizo entrar a Sada, que no había jugado ni un solo minuto en el segundo partido y que encaja a la perfección en la figura del recambio cumplidor preparado para ser protagonista en cualquier momento. Papel complicado con Ricky y Lakovic de compañeros.

Aíto ajustó las tuercas tanto a su equipo que perpetró una defensa que se le atragantó al Barça sin remedio. Navarro (14 puntos, pero 5/13 y cuatro pérdidas) estaba atosigado y anulado por Berni, convertido también en anotador habitual. A los visitantes les costaba tanto anotar como a los niños ir al dentista y en casi seis minutos sólo sumaron cinco puntos, a pesar de su facilidad para capturar rebotes ofensivos. Un percance que solucionó Navarro con dos bombas marca de la casa, pero Neal y Berni pusieron a Unicaja con la máxima renta (40-31 a los 18m 56s). Printezis falló para dar a su equipo un +11 y surgió Basile. Una Jugada en mayúsculas porque Basso consiguió el primer tres más uno del curso para el Barça y escogió un momento fundamental para hacerlo: a 2’2 segundos del final de la primera parte. Así acabó la primera parte, con una ventaja mínima de Unicaja, 40-35.

Quiso el Barça recuperar lo perdido nada más volver de los vestuarios, y Ricky volvió a la pista jugándose los tres primeros ataques de su equipo. Acertó con el primer tiro, un triple. Le siguió otro de Navarro, cinco puntos del impagable Mickeal. Lorbek empató a 50 (a los 26m 15s) y Basile, con un triple y un tiro de media distancia, le daría al Barça su primera renta (51-55 a los 27m 51s) desde el 15-18, obra también de Basso y desde la misma distancia. Unicaja se repuso fortaleciéndose en defensa y dominó en el marcador hasta el ecuador del último cuarto. Tan tenso estaba el partido que el cronómetro corría sin remedio cuando no debía hacerlo. Hasta cuatro veces se disparó solo en un partido loco que el Barça ganó por cabeza y, cómo no, por los triples de Basile y Lorbek. “Estoy muy contento por mí y por la cuarta final seguida del Barça. Hemos hecho un gran encuentro. Unicaja ha jugado muy bien”, describió Basso.